viernes, 26 de octubre de 2012

PERFIL PSICOLÓGICO DEL PRINCIPAL SOSPECHOSO DE UN CRIMEN ABERRANTE

El remisero era muy amable, gran lector y amante del jazz

Así se mostraba Juan Ernesto Cabeza, el condenado por cuatro violaciones que está preso por el crimen de Tatiana Kolodziey. Acababa de comenzar una relación con una chica de 20 años.

Por Sergio Schneider

CLARÍN. Chaco. Corresponsalia - 26/10/12

Juan Ernesto Cabeza (53), el remisero al que los investigadores consideran el asesino de Tatiana Kolodziey (33), es un hombre al que probablemente cualquiera consideraría un buen tipo si no conociera su historia. Amable, de modales correctos, inteligente, buen conversador, gran lector y poseedor de un interés especial por el jazz, lo que se veía de su personalidad era una trampa perfecta.

Cabeza había llegado joven a Buenos Aires desde Tucumán.
Se casó, tuvo hijos y se convirtió en taxista. En 1996 violó a cuatro pasajeras de entre 18 y 27 años y lo condenaron a 24 años de prisión.
Tras pasar por varios penales, Cabeza llegó a la Unidad Penitenciaria Federal de Resistencia, conocida aquí simplemente como la U–7. Aunque los violadores son despreciados en el mundo carcelario, él se había granjeado una cierta popularidad.
Su conducta era impecable y eso le permitió ir ganándose privilegios . Por ejemplo, a veces lo dejaban que barriera la vereda del penal , situado en una zona muy populosa de la ciudad. Para alguien que lleva preso muchos años, ver la calle es un placer impagable .
A fin de 2008, por los buenos informes sobre su conducta, comenzó a gozar de salidas transitorias los fines de semana.
Regresaba puntualmente y no se reportaban problemas con él.
Cabeza aprovechaba todas las actividades opcionales que aparecían en la prisión. Se había entusiasmado particularmente con unas clases de música que formaban parte de un programa cultural intramuros solventado con fondos nacionales. Era el único preso que asistía a ellas con guitarra propia. Le gustaba mucho el jazz y pedía que le recomendaran libros sobre ese estilo y manuales prácticos para notas e improvisaciones.

Así fue como las autoridades del penal apoyaron su pedido de libertad condicional. El juez de Ejecución Axel López lo tuvo en cuenta, descartó el informe negativo que hizo el perito Ramiro Isla y lo liberó hace un mes.
Aunque había una orden judicial expresa para que no volviera a manejar un transporte público , al salir lo primero que hizo fue conseguir una licencia de conducir falseando datos en una localidad en la que no residía. También era falso el domicilio que brindó para completar la liberación .
Después consiguió trabajo en “Remises Resistencia”, hace sólo tres semanas. Allí lo tenían como un tipo educado. Pero ni siquiera conocían su apellido : lo llamaban “Cuarenta y uno”, por el número de móvil que conducía. “Siempre parecía estar en la suya”, recuerda otro chofer.
La familia que lo alojaba en una pieza alquilada, a seis cuadras de la agencia, lo notaba indescifrable. “Decía ‘hola, qué tal’, y nada más”, comenta Raúl Zanazzi, uno de los dueños. Antes de vivir ahí había estado en la casa de otro ex preso, pero se fue tras un episodio poco claro con la esposa del otro.

Según la Policía, estaba iniciando una relación con una chica de 20 años.
La conoció tras subirla como pasajera en una bailanta.

Cuando fue detenido, actuó con naturalidad . Aseguró que había dejado a Tatiana en el destino pedido. Pero luego improvisó una historia: dijo que la joven le ofreció simular un secuestro extorsivo para sacarle dinero a su novio y recuperar plata que le había prestado. Afirmó que la mató porque luego ella se arrepintió y él tuvo miedo de que lo inculpara, según cuentan los policías que lo vigilaron . Pero esto no tiene valor legal: ante el fiscal Patricio Sabadini se negó a declarar.

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